Archivo de octubre 2010

1998: El año en el que todos fuimos indies

Muchos de vosotros sabéis que soy un súper friki musical, que si hay una cosa en la que gaste más dinero que en cubatas, es en discos. Muchos me habéis encontrado en mil conciertos y festivales, algunos también conocéis mi pasado como pinchadiscos (nunca Dj, que eso requiere un nivel de técnica que de momento no está a mi alcance) que hace que de vez en cuando aparezca como invitado a los platos de alguna sala, festivalillo y verbenas varias. Por esa razón, este verano la organización de un festival me pidió que escribiese algo sobre mi relación con la música para publicarlo en una revista destinada a promocionar el mismo. Pues bien, como no sabía muy bien qué contar, decidí empezar por el principio. Os lo dejo aquí por si os apetece leerlo y si no, tranquilos, que en la siguiente actualización aparcaré la nostalgia y volveré a mis «tontás» de toda la vida…

1998: El año en el que todos fuimos indies

Es la primavera de 1998 a cualquier hora del día, unos tipos con pinta de guiris y unas pintas medio modernas, medio perroaflautadas aparecen en la pantalla de la televisión, están en el escenario de lo que parece una especie de club. Uno de ellos encara el micro y se lanza a cantar tímidamente:“There is a train, it’s leaving today…” de repente, un espectador levanta la mano como pidiendo la palabra, los músicos, muy educados ellos, se detienen para concedérsela y éste les apunta: “El bajo, entra tarde”, ellos flipan un poco y poniendo cara de “vale que tienes razón, pero tampoco tenías que corregirnos así delante de todo el mundo…” vuelven a empezar con resignación la canción desde el principio. Tras esto el nombre del grupo: Undrop, un eslogan: “GeneratioNext Music” y una marca: Pepsi.

Pepsi apadrinaba la música de la próxima generación.

En aquel momento yo tenía 15 años, yo era esa generación “-next”, por lo tanto Pepsi me estaba hablando a mí. Alucinante, Pepsi quería decirme algo. Hasta aquel instante marcas infinitamente más modestas como Tang o La Casera ni siquiera se habían dignado a mirarme, y de repente ni más ni menos que Pepsi me estaba hablando. Así que yo sentí que al menos le debía la deferencia de escuchar qué era lo que me quería contar. Y no sé si fue el hecho abrumador de que una multinacional como Pepsi se molestase en dirigirse a un adolescente de Carballo, o el hecho de que aquella canción “Train” se pusiese tan de moda ese verano y sonase tanto en las radios que yo creo que hasta Georgie Dann se planteó hacer una versión Brit de “El Chiringuito” para poder competir con ella; pero la cuestión es que acabé haciendo caso a lo que me decía la marca del refresco de cola. ¿De qué manera? A aquella campaña la acompañaba un cedé que se podía conseguir o bien juntando nosecuantas anillitas de las latas, o bien yendo a una tienda de discos y comprándolo. Podía arriesgarme a meterme una sobredosis de chiribitas y cafeína en mi cuerpo de adolescente ávido de nuevas sensaciones, pero desde luego no podía esperar hasta arriba de estimulantes los quince o veinte días que tardaría en llegar el disco por correo una vez enviadas las anillitas de marras, así que opté por el plan B y me fui a la tienda de discos. Empezaba el verano, era el día de mi cumple y mi madre no puso pegas para aflojar las casi dos mil pelas que costaba.

Llegué a casa y puse el cedé, como era de esperar, la canción de Undrop abría el disco, por lo que no tuve que escuchar antes ningún otro acorde, y aún tardaría… Según sonaba pulsé el “repeat” y ahí se quedó el tren sonando, dando más vueltas que uno de juguete. Afortunadamente al cabo de dos horas la canción bandera de la próxima generación me empezó a hartar y me puse a escuchar los otros diecinueve cortes y me llevé una gran sorpresa. Aquel disco estaba lleno de “hits”* (aunque yo en aquel momento ni siquiera supiese usar esa palabra). Estaba “Devil come to me” de Dover, cuando creían la dignidad consistía en parecerse a Kurt Cobain y no a Kylie Minogue; estaba “The beatiful people” grabada por Marilyn Manson antes de que lo acusaran de incitar a las masacres en los institutos americanos y “Brimful of Asha” de unos Cornershop que aún no sabían que sin ser remezclados por Fat Boy Slim no volverían a sonar igual. Y también estaba “Diamond Sea” de Sonic Youth y “Smack my bitch up” de The Prodigy. Todos eran temazos, pero lo mejor era que los dictámenes de la“GeneratioNext” no exigían cantar en guiri para ser uno de sus miembros y ahí estaban “Al amanecer” de Los Fresones Rebeldes o “Puto” de Molotov, canciones que aún hoy la mayoría de la gente se sabe de memoria.

Y digo bien, “la mayoría de la gente”, no la mayoría de los poppies o de los indies o de los alternativos, no, la mayoría de la gente, de la gente en general, porque aquel verano, estas canciones estaban de moda y podías escuchar el “Chup chup” de Australian Blonde en cualquier bar, en la radio o en el súper.

Aquel verano de 1998, unos sabiéndolo y otros sin saberlo, todos fuimos indies. Todos tuvimos la oportunidad de saber que había otro camino para nuestros oídos, que en mi caso  no llegaban mucho más allá de la dialéctica Oasis/Blur por la banda de Albión y de Extremoduro y La Movida por la patria. Y aunque para muchos aquello se quedó en una moda más y al cabo de unos meses volvieron por donde habían venido, unos pocos nos quedamos a tirar de la cuerda de esa cosa que afortunadamente no se llamaba “GeneratioNext”, sino POP.

Por eso, aunque decir que eres indie gracias a Pepsi suene más cutre que decir que te hiciste motero después de ver el anuncio de Jack’s, yo tengo que reconocer que el día que cumplí 16 años, empecé a ser indie gracias a Pepsi.

Por cierto, ahora que escribo esto, estoy pensando que con todo lo que le debo a Pepsi, no sé qué huevos hago bebiendo Coca-Cola. Y es más, si somos muchos a los que les ha pasado lo mismo, ya entiendo por qué sus últimas campañas las hacen con Shakira…

*Tracklist del disco Generation Next Pepsi:
01 – Undrop – Train
02 – Los Fresones Rebeldes – Al amanecer
03 – The Killer Barbies – Love killer
04 – Australian Blonde – Chup, chup
05 – Dover – Devil came to me
06 – Undershakers – Stupid girl
07 – Cornershop – Brimful of Asha
08 – Smash Mouth – Walking on the sun
09 – 7 Notas 7 Colores – Buah!
10 – Molotov – Puto
11 – Sexy Sadie – Needle chill (remezcla Big Toxic)
12 – Naked – Mann’s chinese
13 – Marilyn Manson – The beautiful people
14 – White Zombie – More human than human
15 – Prodigy – Smack my bitch up
16 – Najwajean – Mind your head
17 – Strike – I have peace
18 – Sonic Youth – Diamond sea
19 – The Pribata Idaho – That kind of pity
20 – Insanity Wave – Spins round

Los talibanes de la solidaridad

La plaza de Callao en Madrid es posiblemente el mayor centro de captación de colaboradores para ONGs del mundo, vayas a la hora que vayas siempre te asalta alguien con una carpetita dispuesto a cavar con pico y pala en tu lado solidario. Es más difícil no cruzarse con una de estas personas por allí que con un peregrino en la Catedral de Santiago, más difícil incluso que no cruzarse con un chino… ¡en China!

No digo que no hagan un buen trabajo, pero como son miembros trabajadores a sueldo de ONGs se sienten con potestad suficiente como para hacerte responsable de todos los problemas del mundo y llenarte de remordimientos. Sólo hay dos maneras de salir de la plaza de Callao, con los bolsillos vacíos o sintiéndote la peor persona del mundo. Además, no sólo son crueles con los desalmados transeúntes que se niegan a dar un mísero euro a su causa. Son crueles entre ellos porque yo, que soy un tío ingenuo pensé que colaborar con una ONG sería como una especie de salvoconducto para librarte de sus asaltos a tu conciencia. Que pensarían: “Bueno, este ya está con una ONG, vamos a entrarle a los que estén libres…” Como cuando vas a tontear con una tía y te corta diciéndote que tiene novio, que dices: “Bueno, esta ya está con un chico, vamos a entrarle a las que estén libres…”, pero no. Ese no es un argumento válido. Si les dices que has apadrinado a un niño ellos te dicen que lo dejes y que apadrines a uno de los suyos, que no sólo son pobres si no que además están enfermos. Si ayudas a la creación de pozos de agua potable te dicen que la gente a la que ellos ayudan ni siquiera tiene agua contaminada. Que por culpa de gente como tú beben barro en lugar de agua no potable. ¡Compiten entre ellos por dar lástima! ¡Te enseñan fotos de sus niños con cara de pena para que veas que están más tristes que los de la organización del de al lado! Cuando seguro que esos niños, que no tienen ni tres años, los pobres, ni siquiera son conscientes de su miseria y viven felices en su desgracia. Tan cruel me parece eso como no ayudar en absoluto. Son talibanes de la solidaridad.

El otro día me paró una chica que colaboraba con ACNUR y se llamaba Eva, yo le expliqué que colaboraba con UNICEF y que era hombre de una sola ONG. Ella me preguntó que con cuanto dinero colaboraba al mes. Y yo le dije: “Tanto”, y ella exclamó: ¡¡TANTO!!! Y yo, bueno, empecé con 20 euros, cada año me llaman para que suba un poquito la aportación y me he dejado liar hasta llegar a Tanto. Y esto dato la llevó al siguiente argumento: “Ah, pues ahora que sé que aportas Tanto no puedo dejar que te vayas sin que aportes 10€” Y yo: “¡Pero es que si dono Tanto y no Tanto y diez es porque de ahí no puedo pasar! Además, tendré que informarme sobre como funciona vuestra organización antes de comprometerme a darles mi dinero todos los meses, que últimamente se ha visto mucho fraude en el mundo del cooperativismo, déjame que me documente en mi casa y si veo bien las acciones de tu organización, tranquila que paso por aquí cada día y te busco…” Dije buscando un respiro, pero fue imposible. Después de darle vueltas y vueltas al tema y de no ver la manera de escabullirme sin pagar y sin ser mal educado a la vez, me harté y le dije: “Acuéstate conmigo Eva” Ellá se quedó unos segundos perpleja, pero no se atrevió a darme un guantazo y mandarme a tomar por saco, el futuro de África estaba en juego, y respondió contrariada: “¿Cómo?” Y yo: “Que te acuestes conmigo” “¿A qué viene eso?”, dijo ella. Y yo: “Vamos a ver, ¿con cuántos tíos has estado en tu vida? Y ella, flipando: “Con tantos” Y yo: “Pues si según tú, a mi me tiene que dar igual donar Tanto, que Tanto y diez, a ti debería darte igual zumbarte a tantos, que a tantos y yo, aunque no me conozcas, como yo a tu ONG…”

Ahora es cuando me gustaría contar que esta discusión acabó en una bonita historia de amor que me hace feliz aunque diez euros más pobre cada mes, pero no, acabó con un: “¡Eres un gilipollas! ¡No te reviento la cabeza contra la acera porque los de UNICEF vendrían a por mí después, pero te lo mereces!” Y con la conclusión que ya sabía antes de iniciar nuestra discusión: No se puede atravesar Callao sin sentirte un ser despreciable y sin haber perdido pasta…


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