El otro día volví a escuchar una fábula muy conocida que había olvidado siendo un enano, era la de “El escorpión y la rana”. Por si como yo, alguno no la recuerda, va de lo siguiente: Un escorpión que quiere cruzar una charca le pide a una rana que lo lleve encima, la rana que algo sabía de las costumbres de los escorpiones, le dice: “¡Y un huevo, que me envenenas y la palmo!”, pero con la manera de hablar de las ranas, claro. El escorpión que lo que tiene de tonto le queda muy bien le contesta: “Que no, tonta, no ves que si te pico te mueres y yo me hundo, y si quisiera hundirme, no te pediría ayuda” El argumento convence a la rana y empiezan a cruzar la charquita. A mitad de camino el escorpión pica a la rana y mientras ésta agoniza y los dos se van a pique le pregunta al escorpión por qué lo ha hecho, que también la rana podía tener un poco más de mala leche y en vez de preguntar el porqué, podía contarle el final de El Sexto Sentido para fastidiarlo un poco. Pero el caso es que el escorpión, mientras se hunde a lomos de la rana, le dice: “Lo he hecho porque soy un escorpión”.
En su momento, aprendí de esta fábula que los escorpiones además de asesinos, son falsos. Y ya generalizando un poco más, que los asesinos son falsos independientemente de la especie. Los bichos malos son malos aunque pongan cara de buenos, esa sería la moraleja, supongo. Pero al volver a escuchar la historia me di cuenta de que había muchas más cosas que aprender de ella. La primera y más llamativa es que independientemente de su más que cuestionable honestidad, los escorpiones, para sorpresa de la comunidad científica, pueden hablar con las ranas. La segunda es que si todos coincidimos en que los escorpiones son unos falsos traicioneros, también hay que decir que las ranas son un poquito confiadas de más, así que si un día veis a una rana con un billete de cien euros, pedírselo prestado que seguro que os lo deja.
Esto en cuanto a las virtudes de los animalitos protagonistas, pero también hay moralejas para los seres humanos. Por ejemplo, si un día paseáis por cerca de una charca y oís croar a las ranas, no os acerquéis, pueden ser escorpiones con espíritu marinero negociando su pasaje a la otra orilla. Y aún hay más cosas a tener en cuenta por la comunidad ciudadana: Aunque afecte a casos muy puntuales, las damas de linaje real que estén casadas con un príncipe encantado que antes había sido una rana, que les dejen claro a sus maridos que si un día, por lo que sea, un escorpión les pide ayuda para cruzar un río, ¡por Dios! ¡Que no lo ayuden! Por otra parte, huelga decir visto lo visto, que si vais a comer ancas de rana a un restaurante, debéis exigir que las ranas hayan sido mutiladas en un matadero mediante un proceso controlado, de lo contrario, podrían contener veneno de escorpión en su sangre. Y ya por último, si alguna vez sufrís una plaga de ranas, recordad cual es el remedio: escorpiones.
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