«Prison Patri»

La semana pasada estuvimos sin Patri en el programa. El motivo de su ausencia era que debía viajar a Nueva York a recibir un premio honorífico como embajadora de la ONU y bla bla bla… Pero a nosotros justificar todo eso nos daba un poco de perecilla, después de todo, aunque son buenas noticias no deja de ser algo que forma parte de su vida privada. Así que preferimos inventarnos que había cometido un delito a propósito para entrar en la cárcel y ayudar a escapar a un primo suyo, en plan «Prison Break», pero por supuesto, teniéndolo todo mucho menos estudiado, o estudiado desde la manera de ver la realidad que tiene su personaje de «Sé lo que hicisteis…» De este modo, planteamos una mini-parodia en cinco episodios, uno por día, y previmos un desenlace que se ha emitido hoy, lunes, día en que ha vuelto. Y como hemos quedado muy contentos del resultado, tanto a nivel de realización, de guión (esto está feo decirlo, pero que cojones, ¡si nos ha gustado, nos ha gustado!) y por supuesto de acting, que se me ha ocurrido colgar la serie al completo aquí por si alguien no la ha visto, se ha perdido un capítulo o le apetece verla del tirón aprovechando que es cortita.

¡Espero que os guste!

CAPÍTULO 1:

CAPÍTULO 2:

CAPÍTULO 3:

CAPÍTULO 4:

CAPÍTULO 5:

Y finalmente el desenlace:

En este primer video del avance del programa podemos verla durante su fuga:

Y en este segundo, la estrategia que usó para fugarse. Lo malo es que hoy hemos notado las prisas y la acumulación del resto de grabaciones y no hemos conseguido que la realización estuviera a la altura del resto de los episodios. Una pena. Estaremos más atentos para próximas sagas…

SELOQUE PUB: El Adiós de Torreiglesias

Mi mini-sección en «Sé lo que hicisteis…» se consolida (basta que haya puesto esto, para que mañana me digan que la quitan, pero bueno, me voy a arriesgar…) y para celebrarlo, han reformado el bar de Miki, el Seloque Pub, que es donde se realiza. Han cambiado la barra y mi me han puesto un mini escenario, en el que me siento ridículo pero desde el que se me ve mejor, con cortinas rojas y todo al fondo. Ya casi parezco alguien. Para celebrarlo os dejo el video en el que se aprecian las reformas, aunque todo esto que os he contado no deja de ser una excusa para que veáis mi monólogo dedicado a Torreiglesias, o a su despedida más bien.

Nota para despistados: Torreiglesias es el señor que presentaba todas las mañanas en La1 «Saber Vivir», el tío se tiro doce años vendiéndole tensiómetros a todos los jubilados de España y en los últimos tiempos, como había confiada se dedicaba entre otras cosas a recomendar las consultas de sus amigos, libros, etc, en definitiva a hacer publicidad de manera irregular.  Aunque tampoco creáis que esto ha sido el principio de una revolución, en su lugar han puesto al compi que presentaba con él, pero no voy a ser yo quien os descubra como funciona el Ente.

La estrategia de Dan

Esta semana se estrena “Ángeles y Demonios” la continuación del “Código Da Vinci”, pelis basadas ambas en sendos best-sellers de Dan Brown. Gran parte del éxito de las novelas de Dan Brown, es conseguir que la iglesia haya entrado al trapo, como los curas no tienen hijos (reconocidos al menos) no han aprendido eso de que para que un niño deje de incordiar basta con no hacerle caso. Prefirieron poner el grito en el cielo que escurrir el bulto y así se convirtieron, paradójicamente en los apóstoles de Dan Brown difundiendo su obra a todo el mundo. Que los derechos de autos sean contigo. Y con Sony Pictures.

Una de las cosas que más molestó al clero fue la interpretación que en el libro se hace de “La última cena” de Leonardo Da Vinci, en la que se especula con la posibilidad de que una de las figuras que aparece al lado de Jesucristo sea una mujer. Que lo que no tengo claro es qué les molesta exactamente, que haya una mujer en la cena, o que la haya y no esté en la cocina. Pero lo peor de todo es que esa mujer, no se dice que sea cualquier mujer, se dice que es María Magdalena, ¡una prostituta! Que habrá quien diga: “¡Hombre! Si era la despedida del pobre Jesús, pues qué menos, lo raro es que esté vestida…” Y si la cosa acabara aquí, todavía, pero es que Dan Brown debió animarse y decir: “Sí les cuelo el primer plato y el segundo, también les cuelo el postre” Y de postre ¡zas! va el tío y deja caer que no tenían una mujer de mala vida en la cena porque era la despedida de Jesús, no, estaba allí porque era la churri del redentor, ¡con dos huevos! Y va el Leonardo y la pinta en el cuadro, que eso no es ser pintor, ¡es ser paparazzi! ¡Para que luego digan que el traidor era Judas! Pero por supuesto, no voy a ser yo quien critique con quien debía y con quien no debía salir Jesús, eso sí, siempre y cuando lo hiciera por amor y no por ahorrarse los cincuenta euros hora de los honorarios de Mary Muffin. Que vete tú a saber, a lo mejor Jesús, en su inmensa humanidad, simplemente mantenía una relación con ella para que consiguiera los papeles y residiera en Belén de manera legal.

Y sea o no sea verdad todo esto, lo cierto es que a mi la dichosa última cena también me plantea algunas dudas, no tan incendiarias como las de Dan Brown, pero os las cuento y a ver si hay suerte, se ofende alguna alta instancia, doblamos tirada* y a mí me suben el sueldo (o me despiden…) Lo primero que pensé la primera vez que vi el cuadro, fue por qué están todos sentados del mismo lado, ¿qué manera de sentarse es esa? ¿Qué estaban viendo el partido? ¿O había otras trece personas sentadas enfrente y eran veintiséis en total? Que Leonardo sabía mucho de pintura pero por lo que se ve muy poco de cómo sentarse a la mesa. Y otra cosa, la Biblia cuenta que Jesucristo antes de cenar lavó los pies a los doce apóstoles, pero no dice nada de que él después se lavara las manos, así que sólo espero que después no partiera el pan porque si no les iba a saber toda la comida a gorgonzolla. Y lo más curioso de todo, si después de la cena, lo crucificaron y resucitó al tercer día, ¿qué hizo los otros dos? ¿Se lo estuvo pensando? En plan: “Resucito, no resucito, resucito, no resucito… Venga, va, resucito.” En fin, no sé si mis pequeñas dudas dan para una peli, pero el tiempo que pasó enterrado Jesús antes de resucitar dan para un reality seguro…

*Me refiero a La Voz de Galicia, el periódico en donde publican mis textos.

Ilustración de Leandro Barea para el artículo

De todas formas, no tiene sentido intentar hacer humor con La Última Cena sabiendo que los Monty Python ya hicieron esto en su día:

El elefante gay

Hace unos días detectaron en Polonia conductas homosexuales en un elefante. Si os parecía difícil eso de meter a cinco elefantes en un seiscientos, meter a uno en el armario también tiene lo suyo. Y que el elefante sea gay vale, no seré yo quien le diga a un elefante a quien se tiene que zumbar, pero que sea misógino como dicen sus cuidadores, ya me parecen ganas de dar la nota. Porque tampoco es tan distinto un elefante de una elefanta como para amar a unos y odiar a otras. Es más, yo me pregunto qué hace a un elefante decidir ser gay o hetero.

¿Dónde está la feminidad o la masculinidad de un elefante? Físicamente la cosa cambia poco, a un elefante no lo atrae una elefanta porque tenga unas tetas de flipar, y desde luego a una elefanta no le puede poner nerviosa la trompa de un elefante. Tampoco se pueden sentir especialmente atraídos por la voz de unos o de otras. Barritan prácticamente del mismo modo. Para un elefante macho es como si todas las elefantas fuesen Bonnie Tyler. Tampoco puede residir el encanto en la suavidad de la piel. Aunque bañes a un elefante en Nivea, no creo que tengan la suficiente sensibilidad en esas patazas como para apreciar el resultado. Y si la tienen, ¡que les enseñen a leer en braille!, que de qué sirve tener tan buena memoria si no tienes nada que estudiar. Porque eso sí que me jode, ver el típico documental en el que te dicen: “Los elefantes tienen una memoria prodigiosa.” ¡Vete a rascar los huevos! ¡Si no han leído un libro en su vida! Ponles una peli y pregúntales una hora más tarde de qué va. ¡No tienen ni idea, seguro! “Son capaces de recordar a su compañero que no veían desde hace diez años.” Te dirán de ellos para defenderse. ¡No te fastidia! ¡Para una visita que tienen! Ponlos en la ventanilla de una oficina de correos, a ver si al cabo de diez años te dicen: “De este señor me acuerdo yo, vino un sábado por la mañana a sellar una carta para enviársela a su hermano a Cuenca.” Ni de coña. Son ganas de inventar por inventar. Porque a mi no me digáis, pero tienes a un bicho con unas orejas que puedes hacer una paella en ellas y come y cena toda Valencia, con una nariz que si se les diera por consumir drogas tendrían que esnifarse toda Colombia en una raya para que les llegara al cerebro y unos dientes que si se los dejasen al Ratoncito Pérez tendría que vender el negocio a Dragados para disponer de capital con el que acometer la obra, y no se les ocurre alabar su oído, su olfato o su gusto. No. Su memoria. Con dos huevos. Y a lo que iba, que descartados el atractivo físico y el sensorial, sólo nos queda el intelectual. Y vale, reconozco que nunca he hablado con un elefante, pero no creo que las inquietudes de uno difieran mucho de las de otro, no creo que en una misma manada haya elefantes a los que les guste el fútbol y elefantes a los que les guste la ópera. Ni creo que las elefantas se pasen el día hojeando el Vogue. Con lo cual, a la hora de decidir con quien emparejarse, normal que les dé un poco lo mismo macho que hembra. Porque de todas formas, en el caso de que la relación fracase jamás podrá reprocharle a su pareja que “todos los elefantes sois iguales”. Así que con respecto a la homosexualidad paquidérmica, la única duda que se me plantea es la siguiente: Un elefante con pluma, ¿es un gayifante?