Archivo de marzo 2009

Falso amor de primavera

seduccion

Hace un par de semanas estaba tomando una copa en un bar, era bastante temprano, todavía no eran pardos todos los gatos y de repente, una tía se me acercó, sí, sí, ¡se me acercó ella!, no es que yo fuese a buscarla, no, vino ella hacia mí. Fue toda una sorpresa por dos motivos, uno, porque era muy temprano para que a nadie se le diera por tontear y menos conmigo. Y dos, porque aquella tía superaba la mejor de mis expectativas, era una tía increíble, no una tía de “son las cinco de la mañana, estoy borracho, y para lo que soy yo bien me vale” No. Una tía de lunes, ocho de la mañana, de mala leche por tener que ir a currar, aún con resaca del fin de semana, te la cruzas y haces: “¡¡¡Aaauuuuu!!!” Aullas su belleza. Os lo digo en serio, la mujer de vuestros sueños. Hasta el más recatado, teniéndola en frente sólo pensaría en quitarse la ropa. Y parecía que iba a haber suerte. Desde aquel día tonteamos durante una semana y a cada día que pasaba, la temperatura entre nosotros dos no hacía más que subir. Estaba a punto, a puntito de acariciar el paraíso, sus palabras eran miel en mi paladar, me decía: “Me encanta verte así, que mi presencia te haga tan feliz, notar como te acaloras cuando estoy a tu lado…” Era tan maravilloso que costaba creer que fuera verdad. Pero lo era, y tanto que lo era. Lo supe cuando, tras un breve silencio, después de pronunciar las palabras que acabáis de leer, me espetó: “Nos vemos en agosto, si hay suerte a finales de julio.” Y se dio media vuelta y se fue, y no sólo se fue, sino que desapareció, no dejó rastro, o sí, un rastro gélido, se me heló el corazón de golpe y supe que así permanecería hasta su regreso.

Decidme si que te hagan esto, que te dejen así sin motivo alguno justo cuando más a gusto estabas, ¿es o no es una putada? ¿Sí? Pues esto es lo que nos ha hecho el tiempo, se ha dejado ver unos días, nos ha metido a todos en el cuerpo el gusanillo de la playa, de las terracitas, de los paseos al sol, y cuando estábamos empezando a mojar los pies para darnos un bañito que nos aliviase el calor, ¡zas! Otra vez frío, otra vez lluvia, otra vez nubes, el invierno-bis. ¡Y tendremos suerte si se acaba en julio! El tiempo es un calientapollas.

Los niños del mañana… ¡Vaya hijos de puta!

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No suelo responder a ningún comentario de los que dejáis los que pasáis por aquí y os animáis a escribir algo, pero lo que siempre he hecho ha sido leerlos absolutamente todos y a muchos que necesitabais alguna información concreta os he respondido vía mail. El fin de todo esto es conocer vuestras opiniones sobre lo que escribo y nunca he borrado ningún comentario, de la misma manera que dejo esos en los que dicen cosas del tipo: «Rober eres el puto amo», también mantengo los que dicen: «Que asco das, no tienes ni puta gracia» a pesar de considerar unos y otros una exageración.  Aunque la página sea mía, la considero un espacio de libre expresión para todo el mundo y no sólo para los que me caen bien. Dicho esto, os agradezco muchísimo a todos que os paséis por aquí de vez en cuando, haciendo o sin hacer ruido, que perdáis vuestro tiempo conmigo, sin vosotros esto no tendría sentido y bla bla bla… ñoñerías varias, pero ciertas. Y vamos  al grano, el caso es que tras publicar el post anterior sobre las galletas Príncipe, me he encontrado con este comentario, firmado por un tal «Seguriteca»:

<<De verdad era necesario hablar tanto de un tema tan banal??? existen tantos temas en los que uno puede usar su criterio y se pierde en esto??? disculpame, no es mi intenciòn ofender, mas no puedo quedar impavido frente a blogs de este tipo, ojala los valores de nuestra generaciòn lograran ser mas profundos.>>

Me ha impresionado tanto su profundidad y resentimiento que me he sentido en la necesidad de  contestar, así que allá vamos:

En primer lugar, vaya por delante «Seguriteca» que cada uno uso su criterio para lo que le sale de los cojones, e igual que tú lo usas para juzgar lo necesarios o innecesarios que son ciertos blogs, yo lo uso para reflexionar sobre las putas galletitas de chocolate. Espero que consigas con tu pequeña revolución que toda la blogosfera reflexione sobre hasta que punto están desfasadas las teorías de Sartre y sobre como solucionar la crisis mundial sin que intervengan los Estados Unidos. Pero también espero que si mañana uso mi criterio para pensar en durante cuantos milenios tendrá que seguir evolucionando el ser humano para que en la herencia genética no vengan incluidos los pelos del culo, puesto que hace siglos que carecen de utilidad, no vengas a darme la chapa.

En segundo lugar, si ya con leer lo que escribí decías que no te podías quedar impávido, esto sí que te va a joder, porque no sólo pierdo mi criterio pensando en como abrir un paquetito de galletas, sino que además me pagan por hacerlo, ya que precisamente este texto es uno de los que cada viernes salen publicados en La Voz de Galicia, periódico que se vende en toda España y que tiene aproximadamente 800.000 lectores diarios. Sí, mis chorradas aparecen sin ningún tipo de pudor entre la sección de bolsa y la de noticias internacionales. ¿Cómo te quedas? Ánimo, con suerte conseguirás que la Asociación de Lectores Pedantes Alarmados por el Criterio Ausente (ALPACA),  te pague por combatir páginas tan perjudiciales para el mundo como la mía con sus artículos sobre galletas, si es que algún día la crean… Por cierto, ¿has leido el de las Oreo? Es todavía mejor.

En tercer lugar,   por lo que veo, dentro de tu tañir de campanas por la ausencia de valores de toda una generación, no echas en falta el valor de la ortografía. Y me da cierta penilla, sería muy frustrante para ti conseguir desarrollar todo un tratado sobre hacia donde debemos caminar los jóvenes de hoy y que no te lo publicasen por no poner ni una tilde, o poner al revés las pocas que pones, o por no usar mayúsculas al principio de cada oración, o por no saber usar los signos de puntuación, ni los de interrogación o no saber distinguir el modo subjuntivo del indicativo al conjugar verbos (‘formarán’, no ‘formaran’) Si tu critero te lo permite te recomiendo que te leas un manual de gramática y ortografía en vez de mis mierdas de Beukelaer. Si tienes problemas al principio empieza por los cuadernillos de Rubio.

En cuarto lugar, y esto es lo que más me inquieta, ¿en serio te leíste todo el post para comprobar que solamente hablaba de cómo abrir galletas? Ni el título del post (¿Cómo se abren las galletas Príncipe?), ni la ilustración, ni el hecho de que estuvieras visitando la página de un cómico que se hizo famoso por hablar durante una hora de yogures en sus actuaciones, te hicieron pensar que la trama no iba a cambiar, que no iba a ver un giro final en el que con una metáfora de dos líneas consiguiera establecer una analogía entre el paquetito de galletas y el conflicto palestino-israelí. Te compadezco colega. Eres de los que ve un cenicero lleno de colillas y te preguntas si habrán estado fumando.

Y en quinto lugar, que ya me estoy cansando de escribir, no generas en mi tanto interés como el precinto de un envoltorio y el modo de deshacerse de él, te dejo un regalito; una canción que refleja los valores perdidos en nuestros días. La he seleccionado empleando mi criterio musical lo mejor que he podido. Y tal vez de parezca que tengo un gusto de mierda, pero aún así y para que veas lo injustos que son los tiempos en los que te ha tocado vivir, también soy Dj y me pagan por hacer selecciones musicales para gente que malgasta su dinero en beberse hasta el agua de los charcos en lugar de ahorrarlo e irse a África a construir un pozo. Ya ves, ¡egoístas, que somos unos egoístas!

Love of Lesbian – Los niños del mañana

¡Anímate a escucharla que es bastante más cortita que lo de las galletas!

¿Cómo se abren las galletas Príncipe?

Seguro que todos habéis comido alguna vez galletas Príncipe de Beukelaer, pero ¿cuántos sabéis donde está Beukelaer? Porque digo yo que si hay un príncipe, en algún sitio tendrá que estar. Pues no, Beukelaer no existe. Por lo tanto el príncipe no puede ser tal. El príncipe de Beukelaer es sólo un tío flipado con leotardos y calzas que va de fantasma diciendo que tiene un reino. Pues bien, destapado el mayor escándalo galletero desde que se descubrió que las Marbú doradas eran marrones, vamos a lo que de verdad importa: ¿Cómo se abren las galletas Príncipe de Beukelaer?

beukelaer

Si uno es autodidacta, la experiencia suele constar de tres fases. La fase uno tiene lugar, obviamente, la primera vez que uno se enfrenta a un paquete de Príncipe. Y en ella, las ansias dominan el proceso. Aún bien no las has pagado y ya estás abriendo el paquete, pero descubres que no es tan fácil como pensabas, que no estás ante un envoltorio más, ni mucho menos; hay bancos menos seguros que un envoltorio de Príncipe. No hay “abre fácil”, ni línea de puntos, ni nada que haga de la apertura un proceso sencillo, sólo una pequeña muesca en el plastiquito y eso desde hace un par de años. Consigues romper el plastiquito, y ¡sorpresa!, una fina capa de papel de aluminio te espera. Te libras de ella, roto el plástico, un trozo de papel Albal no es rival, y… Sí, otra sorpresa, una especie de papel acanalado mantiene las distancias entre tú y las galletas. En ese momento eres consciente de la paciencia que tenía que tener la gente de hace dos siglos para echar un polvo: Quitar la falda, la enagua, el refajo, las medias, desatar el corsé… Aunque al menos ellos pasaban esos trabajos para echar un casquete y no para comer una triste galleta. Lo que hace que te preguntes hacia donde avanza la sociedad si te lleva más tiempo abrir unas galletas que desnudar a una tía. Y también si merecerá la pena todo el esfuerzo que supone abrir el dichoso paquete para comerse un poco de harina con chocolate, cuando sabes que en menos tiempo tu abuela hubiera hecho la masa, calentado el chocolate y horneado varias bandejas de galletas que para colmo sabrían mejor. Si me descuido, la mía, hasta les abría grabado con la punta del cuchillo un dibujito de una señora con una corbata, “Galletas La Abuela de Bodegas”. Pero a estas alturas de la historia tragarte las Príncipe ya no es hambre, es obsesión, las ansias te pueden, como decía, y arrancas el último escollo, el papel acanalado, con brusquedad. Automáticamente cae sobre tus manos la galleta de arriba de todo hecha migas. Bajas a todos los santos del cielo porque te has quedado sin una galleta. Sí, ya lo sé, te queda el paquete entero, pero a ti las demás galletas te dan igual, tú querías esa, la galleta de arriba, la última en ser metida en el paquete y por lo tanto la más fresquita, pero no vale ni para que la picoteen las gallinas. Te sientes indignado, como si estuvieras en un bar, hubieras pedido un café y el camarero se hubiese bebido la espuma.

De la indignación nace la segunda fase. El paquete y tú ya os conocéis y sabes que merece cierto respeto y vas con cuidado. Te libras del plástico con algo de esfuerzo, del papel de aluminio y te encuentras de nuevo frente a frente con el papel acanalado. Y aquí vuelves a demostrar los conocimientos adquiridos; debes romper el papel acanalado sólo en la medida justa de las galletas que te vayas a tomar porque las protege de la humedad. Y empiezas a tirar, despacito, despacito… Mientras tiras piensas en quién fue el imbécil que le puso triple envoltorio a las galletas para que se conserven bien, pero no se le ocurrió ponerles un sistema de cierre. Ya no digo un recipiente hermético, pero al menos una bolsita como la del pan Bimbo que se pueda cerrar con un alambrito. Sigues tirando, despacito, y cuando crees que ya lo tienes, das el último tirón, y ¡zas! Arrancas el papel entero, ¡de arriba a abajo! ¡A la mierda la protección! Y no intentes volver a ponerlo porque ya os digo yo que es imposible. Es más difícil que enhebrar una aguja a oscuras. Sólo conseguiréis perder la paciencia. Así que más te vale que te comas todas las galletas en ese momento porque al día siguiente van a estar más húmedas que las sábanas de los Snorkels. Pero eso no es lo peor, lo peor es que pese a todos los cuidados tomados, compruebas que la galleta de arriba del todo, vuelve a estar hecha migas. La observas fijamente, incrédulo, y la impotencia te hace culpar a la cajera del Súper por no meter las cosas con cuidado en la bolsa. Y es más, no sólo la culpas, si no que te cagas en su madre.

Frustrado por sentirte inferior a un envoltorio de galletas, para la tercera fase te adelantas un paso. En la caja del súper proteges el paquete como si te fuera la vida en ello. Llegas a casa, pones una música relajante e inicias el proceso. Te libras del plastiquito sin esfuerzo ya que te has dejado una uña larga a propósito convencido de que todo serán ventajas, las galletas serán más fáciles de abrir y las chicas creerán que tocas la guitarra, al final lo único que pasa es que cuando te ven dicen: “¿Cómo está engordando el guarro que no se corta la uña? Debe hincharse a galletas”. Pero esa es otra guerra. Tú a lo tuyo, cortas el papel de aluminio, vuelves a estar sólo ante el papel acanalado, te tomas un par de valerianas, pero la presión es mucha, te falta valor y se te ocurre la gran idea: No tienes porque romper el papel, puedes pinzar la galleta con cuidado. Inclinas el paquete para que la gravedad juegue a tu favor, presionas suavemente con la punta del dedo, estás a punto de conseguirlo, ves como la galleta de arriba empieza a volcarse, tu otra mano la espera, intacta, perfecta, fresca, la galleta de arriba. Un último y ligero toquecito, la galleta se desprende, cae sobre tu mano y notas un cosquilleo… Sí: Migas. Está rota por abajo. Desistes. Dejas las galletas, te cortas la uña y asumes que moriremos sin ser capaces de comernos la galleta de arriba.

SELOQUE PUB: La medalla de Fran Rivera

La semana pasada en el mundo del corazoneo sólo se hablaba de dos cosas básicamente, por un lado, la indignación total y absoluta de prácticamente todos los periodistas del corazón porque Fran Rivera había sido galardonado con la medalla de oro de las Bellas Artes, de repente todos los periodistas del corazón eran expertos en tauromaquia y nosotros sin saberlo, normal, a base de pasarte la vida clavando banderillazos e intentando dar la estocada en el momento en que el toreado de turno está más débil, algo se les debe haber quedado. Hasta se habló de conspiraciones políticas con Bono de por medio, y la Duquesa de Alba, que la pobre estaba en el quirófano abierta en canal pero con anestesia local para poder gestionar entre tanto la medallita de Fran, en fin, flipante.  Si por mi fuera no le daría la medalla a Fran, pero ni a Fran ni a nadie, si te dan una medalla llamada «De las bellas artes» por realizar un ejercicio de matanza exhibicionista apaga y vámonos, ¿qué va a ser lo próximo? ¿Realizar corridas en el Reina Sofia? De todas formas ya que los toros son la fiesta nacional qué menos que poner a parir a los toreros, que rajar de la gente es el deporte nacional. Por otro lado la otra gran noticia es que un tal Antonio Tejado famoso por ser sobrino de María del Monte, ya ves tú, con razón tira la cabra, le ha puesto los cuernos no se cuantas veces a Rosario Mohedano, cantante sin más merito que el de ser sobrina de Rocío Jurado, poco después de tener un hijo con ella. No digo que me alegre, ni mucho menos que esté bien, pero si a la tía ya le costaba enterarse de que se le había caido el micro cantando en playback, difícilmente podrá darse cuenta de que su chico va por ahí zumbándose a todo lo que se mueve.

De lo del playback os dejo aquí la prueba en un video de los colegas de APM, que como siempre está montado con mucha gracia. (He de decir que he buscado el original pero no lo he encontrado,  por lo visto ha desaparecido «misteriosamente» del YouTube…)

Y de todo lo demás esto es lo que he opinado yo el viernes en «Sé lo que hicisteis…»

El Oscar de Penélope

Poco hay que decir que no se haya dicho ya de que Pé tenga un Oscar. Aunque la verdad parece que de repente el Oscar es un premio de mierda que se lo dan a cualquiera, y la peli es una cagada y las tetas son operadas y Bardem se avergüenza de ella y no la acompaña y si no se hubiera follado a no sé cuantos jefazos no estaría donde estaba. Pues con todo eso, hay quien haciendo lo mismo, no está donde está ella, así que nos caiga bien o nos caiga mal Penélope Cruz, lo cierto es que ella tiene un Oscar y nosotros no.

Hasta aquí lo que no quedaba elegante decir por la tele, lo que si he podido decir está al final de este video:

SELOQUE PUB, todos los viernes al final de «Sé lo que hicisteis…»


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